La Corte IDH pone a las infancias en el centro de la agenda climática: un eco necesario para los barrios de Tucumán

La Opinión Consultiva N°32 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos reconoce que la crisis climática vulnera directamente los derechos de niñas, niños y adolescentes y exige a los Estados acciones urgentes. En Tucumán, donde barrios como Francisco I conviven con la falta de agua potable, la contaminación y la ausencia de espacios seguros, este pronunciamiento resuena como un llamado impostergable a garantizar justicia ambiental e intergeneracional.

La reciente Opinión Consultiva N°32 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos marca un momento trascendental al reconocer que un ambiente limpio, sano y sostenible es condición esencial para que niñas, niños y adolescentes puedan ejercer plenamente sus derechos. El pronunciamiento, que refuerza la obligación de los Estados de proteger a las infancias frente a la crisis climática, resuena con fuerza en Tucumán, donde barrios como Francisco I conviven día a día con la falta de agua potable, la contaminación y la ausencia de espacios seguros para jugar. Entre el hollín de la caña, los basurales y las calles intransitables, la voz de las niñeces locales evidencia lo que la Corte advirtió: que la degradación ambiental es también una vulneración directa a la salud, la educación y la dignidad de las nuevas generaciones.

¿Que viene a reforzar la Opinión Consultiva N°32 de la Corte IDH respecto a las niñeces y adolescencias?   

La Opinión Consultiva N°32 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) representa un hito fundamental al reforzar la protección diferenciada de niños, niñas y adolescentes en relación con los riesgos derivados del cambio climático. La Corte establece obligaciones específicas para los Estados, guiándose por los principios rectores de igualdad y la prohibición de discriminación, especialmente hacia poblaciones en situaciones de mayor vulnerabilidad como la infancia y la adolescencia. Se ha documentado, conforme a lo señalado por UNICEF, que la escasez de agua, la inseguridad alimentaria, las enfermedades de transmisión vectorial e hídrica, la agudización de la contaminación atmosférica, así como los daños provocados por fenómenos repentinos o de evolución lenta, ejercen un impacto desproporcionado en esta población. Se hace particular énfasis en las afecciones pulmonares, respiratorias, nutricionales y aquellas que comprometen el desarrollo del sistema inmunitario.

Asimismo, la Corte explicita la necesidad de considerar la intersección de vulnerabilidades, prestando especial atención a la infancia migrante, indígena, en situación de pobreza o de calle, todas ellas analizadas bajo una perspectiva de género. Para garantizar la protección de niños, niñas y adolescentes en este contexto de emergencia climática, la Corte examina que los Estados deben garantizar acceso a servicios y sistemas de salud integral, disponibles, accesibles y de calidad. De igual forma, se les notifica la obligación de generar planes, políticas, leyes y programas de salud ambiental basados en datos científicos, y se les insta a crear la infraestructura y el equipamiento necesario para atender las afectaciones, incluidos los padecimientos mentales.

Finalmente, la Corte considera prioritario generar mecanismos de acceso a la justicia para niños, niñas y adolescentes, tomando en cuenta diversos aspectos para facilitar dicho acceso. Al mismo tiempo que reconoce la participación de esta grupalidad en los asuntos climáticos, solicita a los Estados fortalecer y difundir la información certera impartida sobre estas temáticas.

Precedente: La Observación General N°26

Como antecedente, la Observación General N°26, relativa a los derechos del niño y el medio ambiente, con particular atención al cambio climático publicada por el Comité de los Derechos del Niño subraya que la justicia intergeneracional es un principio fundamental que debe guiar todas las acciones y decisiones relacionadas con el medio ambiente y el cambio climático. Esto se debe a que los niños y las niñas actuales y futuros son los más vulnerables a los impactos a largo plazo de la degradación ambiental y tienen un derecho intrínseco a un futuro limpio, saludable y sostenible. 

El Comité reconoce explícitamente el principio de la equidad intergeneracional y los intereses de las generaciones futuras, un punto resaltado por la mayoría de los niños consultados. Se enfatiza que, además de las obligaciones inmediatas, los Estados deben responder por las amenazas ambientales previsibles cuyas consecuencias pueden manifestarse plenamente años o décadas después, afectando a los niños que nacen día a día y que tienen derecho al máximo disfrute de sus derechos humanos. 

Se insta a los Estados a tomar medidas colectivas y a acelerar el diseño y la aplicación de medidas de adaptación que tengan en cuenta a los niños, identificando las vulnerabilidades relacionadas con el cambio climático en servicios esenciales como agua, saneamiento, salud y educación. Se busca reducir los impactos a corto y largo plazo, como preservar medios de subsistencia y proteger escuelas. Los Estados tienen la obligación de actuar, individual y conjuntamente, para respetar, proteger y hacer efectivos los derechos del niño, especialmente ante amenazas globales como el cambio climático.

Lo que la Corte IDH advierte, las niñeces lo viven: injusticia intergeneracional en los barrios tucumanos

El Barrio Francisco I se originó como un asentamiento sobre un terreno fiscal que previamente fue un basural a cielo abierto. Esta condición inicial, sumada a la falta de planificación urbana, ha legado una serie de problemáticas estructurales que impactan desproporcionadamente a la generación actual de NNyA, afectando su presente y comprometiendo su futuro. Esto es una clara manifestación de injusticia intergeneracional, donde las omisiones y fallas pasadas y presentes de la planificación y provisión de servicios recaen sobre los más jóvenes.

Las principales problemáticas que afectan a la comunidad, y en particular a la niñez, son directamente relevantes para el marco de la emergencia climática:

  • Acceso y Calidad del Agua: La falta de un sistema de red de agua potable es la principal problemática. Los NNyA y sus familias dependen de conexiones irregulares que resultan en poca cantidad y discontinuidad del servicio. Más alarmante es que el agua a veces sale de "un color oscuro" y está contaminada, provocando enfermedades gástricas y de la piel. La escasez y contaminación del agua vulneran derechos fundamentales como la salud, el saneamiento, la alimentación y un medio ambiente saludable. En un escenario de emergencia climática, la escasez de agua y el deterioro de su calidad se agudizan, haciendo que las condiciones de vida de estas NNyA sean aún más precarias. En el marco de talleres realizados con NNyAs, elles pudieron expresar de manera muy concreta frases como estas "No hay agua para bañarnos" o "Lo principal es el agua". Marcando la problemática desde sus experiencias y refiriendo lo significativo que es el agua para su vida y la de todes. 


  • Contaminación Ambiental y Salud: Se observan basurales, calles en mal estado y grandes acumulaciones de agua estancada, que son focos infecciosos para el desarrollo de mosquitos transmisores de enfermedades como el Dengue, además de causar enfermedades gástricas y pulmonares. Los niños y niñas expresaron que "cuando hacen fuego respiramos y nos hace mal", y que se "queman bolsas, botellas, plástico, cañas". Además, mencionan que "en toda la provincia caen los cositos negros de la caña de azúcar" (hollín), lo cual "ensucia todo" y agrava problemas respiratorios. Esta exposición crónica a la contaminación pone en riesgo la salud de la generación más joven, limitando su derecho a un ambiente sano y al juego. NNyAs reconocen que "nos hacemos daño a nosotros mismos si contaminamos" y que no es justo que no haya tachos de basura. Además manifiestan su preocupación por las quemas de basura y caña de azúcar, y el "hollín" que "ensucia todo" y causa "enfermedades".


  • Falta de Espacios Públicos y Recreativos: No cuentan con plazas, plazoletas o espacios verdes para el juego o actividades al aire libre. Esto no solo afecta su derecho al juego, sino también su desarrollo integral y la calidad de su vida cotidiana. En el contexto de un clima cambiante, los espacios verdes son cruciales para mitigar el calor y ofrecer bienestar. La falta de estos espacios agrava la vulnerabilidad de los NNyA a los impactos climáticos. En talleres chicos, chicas y chiques expresaron directamente el impacto de la contaminación en su derecho al juego: "Cuando hay suciedad te sentís incómodo y no podés jugar" y "Donde está sucio nos podemos enfermar". Además, señalan la injusticia de no tener una plaza.


  • Infraestructura Deficiente: La ausencia de pavimentación en las calles dificulta la circulación y, en días de lluvia significativa, impide que los NNyA asistan a la escuela, vulnerando así su acceso a la educación. Esta falta de infraestructura básica evidencia una desatención histórica que perpetúa la vulnerabilidad de esta comunidad y, por ende, de sus futuras generaciones. Las expresiones de niñas, niños y adolescentes en este puntos fueron citadas de esta manera: "Necesitamos gobernantes que se interesen por nosotros, la salud y nuestros derechos" y "Lo que le diría a los adultos es que como ellos son grandes, deberían cuidar el medio ambiente y no tirar basura y no quemar cañas porque nos hace mal a nosotros y no podemos respirar".



Estas problemáticas, seguidas por las declaraciones de NNyA demuestran que son conscientes de las problemáticas ambientales y de la falta de servicios, y que también perciben una falta de compromiso por parte de las generaciones mayores y las autoridades para garantizarles un entorno saludable y derechos básicos, que son esenciales para su bienestar actual y su futuro.

¿Por qué la Opinión Consultiva 32 es clave en este contexto y qué acciones debemos exigir a los gobiernos?

Las problemáticas descriptas son precisamente los tipos de impactos que se ven exacerbados por el cambio climático. La vulnerabilidad del Barrio Francisco I a estas condiciones se incrementará con eventos climáticos extremos o cambios graduales.

Desde la perspectiva de la justicia intergeneracional, es imperativo que las generaciones actuales de adultos y las instituciones gubernamentales asuman la responsabilidad de remediar estas condiciones.  Las instituciones gubernamentales deben generar estrategias y acciones que mejoren las situaciones problemáticas que atraviesan a este espacio barrial y a las NNyA en particular. La importancia de políticas públicas eficientes e inclusivas que reconozcan a los NNyA como sujetos de derechos.

La situación del Barrio Francisco I ilustra una clara injusticia intergeneracional donde la generación actual de niños y adolescentes hereda y vive las consecuencias de la falta de planificación urbana y de la provisión de servicios esenciales. 

La Opinión Consultiva N° 32 al igual que la Observación N°26, son instrumentos que nos permiten analizar nuestro contexto. Resulta fundamental asimilar que todos los derechos están entrelazados y tienen la misma importancia, razón por la cual la vulneración del derecho al medio ambiente limpio, sano y sostenible de niños, niñas y adolescentes, repercute en el ejercicio de otros derechos fundamentales para los mismos.  Algunos de estos derechos pudieron identificarse con claridad en la realidad territorial local, como por ejemplo en la afectación del derecho a la salud, entendiendo que la contaminación y los ecosistemas insalubres generan condiciones propicias para la propagación de enfermedades, las cuales fueron concretamente identificadas como por ejemplo dengue, diarrea, enfermedades cutáneas, etc. Observar el derecho a la seguridad social y a la vida digna, por el cual los niños y niñas “deben poder acceder a alimentos seguros, agua limpia, vivienda decente y materiales necesarios para vivir y crecer”, se ven afectados producto de la inseguridad ambiental a raíz de la contaminación y escasez de agua potable, el cual afecta a las actividades diarias del desarrollo de las personas debido a la falta de conexiones planificadas y seguras de un sistema de red de agua potable. A su vez, también se ve afectado el derecho al juego y al descanso, entendiendo que las condiciones ambientales, infraestructurales (o edilicias), la falta de planificación socio urbana, de higiene y limpieza por parte de quienes son responsables en materia de hábitat, afecta a los lugares de encuentro común por medio de la contaminación de distinto tipo o hacen que estos lugares simplemente escasean o sean de difícil acceso físico para niños niñas y adolescentes. Las faltas estructurales identificadas generan que se vulnere el derecho a la educación cuando las condiciones climáticas provocan que las calles que se encuentran en mal estado dificulten el acceso de los niños a los establecimientos educativos al no poder desplazarse por las mismas.

La Opinión Consultiva N° 32 de la Corte IDH resulta crucial en nuestro contexto porque obliga a los Estados a reconocer a niños, niñas y adolescentes como sujetos especialmente afectados por la crisis climática, reforzando el deber de garantizarles un ambiente sano y políticas públicas basadas en evidencia científica. En provincias del norte argentino, donde persisten la desatención estructural, la negación de la emergencia y la profundización de injusticias intergeneracionales, este pronunciamiento representa un llamado urgente a los gobiernos locales para priorizar acciones de agua segura, salud, infraestructura y espacios públicos que aseguren el presente y el futuro de las infancias.

Es por ello, que al hablar de la justicia intergeneracional, tal como la reconoce la Opinión Consultiva N°32, no puede pensarse sin la participación activa y protagónica de niñas, niños y adolescentes. Ellos no son meros receptores de decisiones adultas, sino sujetos de derechos que ya hoy elevan sus voces sobre las injusticias que atraviesan y las soluciones que imaginan. Incorporar su mirada en los procesos de decisión es una condición indispensable para construir respuestas justas frente a la crisis climática y para garantizar que las generaciones presentes y futuras puedan vivir en dignidad.



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