En términos de reflexiones situadas. Decidir participar en una Conferencia de las Partes (COP) no es solo sumarse a una agenda internacional sobre cambio climático. Es, sobre todo, asumir que el clima se discute hoy como un problema profundamente político, atravesado por relaciones de poder, intereses económicos y disputas geopolíticas. Desde esa convicción llegamos por primera vez a una COP, no para aprender un lenguaje técnico que ya conocemos, sino para observar —y leer críticamente— cómo se organiza el tablero global de la crisis climática y la transición energética
