Para seguir pensando #4

Una sección pensada para compartir materiales que nos ayuden a mirar el mundo con lentes críticos, sensibles y comprometidos con los derechos humanos. En esta edición, la recomendación llega de la mano de Tania María de los A. Farfán, voluntaria de la línea de educación y participación democrática, que nos invita a reflexionar e interpelarnos sobre la película “La mujer de la fila”.

¿De verdad piensan que a ningunx le puede pasar esto…?

Cuantas veces vemos como se crean estigmatizaciones e imaginarios sobre lo que es el contexto de encierro punitivo, cuantas veces las ficciones llenas de banalidad y sensacionalismo intentan ilustrar lo que se vive allí dentro y las lógicas de poder por las que se rigen estos territorios. Sin embargo, alguna vez nos preguntamos cuáles serán los sentidos que habitan y conforman este lugar, como pensar un mundo que para muchos nos resulta ajeno o imposible de transitar, un territorio del que sólo creemos saber que es “malo” y que allí están las personas que supieron estar fuera de la “ley” del sistema que nos rige, debiendo ahora pagar una condena.

Cómo pensar los sentidos en un contexto que muchos desconocen y sin embargo creen saber de qué se trata., Sin dudas la película “La mujer de la fila” nos invita a mirar los múltiples atravesamientos de sentidos en los que se desarrolla el contexto de encierro punitivo, en su narrativa audiovisual representa la transformación que vive una madre al ingresar al mundo carcelario, tras la detención de su hijo, descubriendo y viviendo en carne propia la violencia estatal, el maltrato en las requisas por parte de los agentes de seguridad, la tarea de cuidado en soledad que representa tener un familiar privado de la libertad, la doble condena con la que vive y a su vez encuentra la solidaridad inesperada de otras mujeres que también están en la misma fila.

Esta producción dirigida por Benjamín Ávila, está inspirada en la historia real de Andrea Casamento- fundadora de la Asociación de Familiares de Detenidos (ACiFaD), su historia refleja el día a día de muchas mujeres que asumen esta tarea de cuidado, además de otras que realizan en sus hogares, no es casual que en las filas de ingreso a los penales están conformadas mayoritariamente por mujeres y sean ellas las que sostienen y contienen estas historias, vidas y vínculos atrás de los muros.

Las mujeres, la fila y una comunidad

La fila se transforma en comunidad, en brazos que no distinguen, que entienden y abrazan el dolor e incertidumbre que carga cada mujer al dejar a su familiar o ser querido una semana más dentro del penal, al luchar contra un sistema que les otorga “una doble condena” e insiste en debilitar vínculos y lazos sociales. Sin dudas la película refleja con delicadeza y una gran carga emotiva, el lado que muchas ficciones o producciones masivas no reflejan en torno al contexto de encierro y las múltiples subjetividades por las que está atravesado. Poniendo en cuestión que hay más allá del encierro, de ser una persona privada de la libertad, de un sistema punitivista en el que los sujetos en contexto de encierro y sus familias/ vínculos pierden más que solo la libertad.

La mujer de la fila no solo busca visibilizar, sino movilizar y sobre todo cuestionarnos de como se vive, se habita, se sobrevive (si se quiere) y se sostiene en este contexto, cargado de incertidumbre, miedos y de una lucha constante contra un sistema que no parece tener margen de humanidad, contra una sociedad que brinda una re-victimización y que nunca se preguntó si esto nunca le va a pasar… ya que la condena no solamente la cumplen los que están adentro sino también los que quedan afuera. Para quienes las simples cosas se hacen complejas y tal como expresa una de las canciones que aparece en el audiovisual “Al final la tristeza es la muerte lenta de las simples cosas. Esas cosas simples que quedan doliendo en el corazón”. En el corazón de esas mujeres que sostienen esa fila, ese afecto en cada visita, en cada cuidado.

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