La banalización del “Nunca Más”: la apropiación de un lema de lucha y el desarme de políticas públicas

La historia y la memoria se disputan día a día en el espacio público. Hoy vemos un retroceso: el gobierno desmantela políticas de Memoria, Verdad y Justicia mientras disputa el sentido de sus símbolos. Esta tensión se expresa en decisiones oficiales y en discursos que circulan en medios y redes. Desde ANDHES observamos con preocupación este escenario.

Desde la asunción del presidente Javier Milei, las decisiones políticas y las medidas vinculadas a Memoria, Verdad y Justicia muestran un marcado retroceso institucional y simbólico. Este proceso ocurre en simultáneo con el avance de discursos que buscan deslegitimar las luchas históricas por los derechos humanos, relativizando o, incluso negando los crímenes de la dictadura militar.

A lo largo del año, desde el equipo de Memoria realizamos un seguimiento de distintos medios y plataformas digitales con la intención de identificar algunas tendencias que permiten comprender mejor el clima discursivo actual.

Entre esas tendencias, nos llamó la atención la utilización del “Nunca Más” por parte del partido “La Libertad Avanza”, una consigna históricamente asociada a la lucha por los derechos humanos y que hoy es apropiada con un propósito partidario, o incluso como eslogan de confrontación. Este uso no es aislado sino que ocurre en un contexto de políticas regresivas y de un clima social donde ciertas expresiones negacionistas parecen encontrar menos resistencia.

En esta nota presentamos algunos de los hechos observados a través de los medios, cómo se está utilizando el pasado en estos discursos y qué preguntas se abren en torno al rol, las acciones y las reflexiones posibles desde ANDHES. El objetivo es aportar elementos para pensar el escenario actual y los desafíos para sostener los consensos construidos relacionados a la Memoria, la Verdad y la Justicia.

Desde el primer año de gestión se registran decisiones que, en conjunto, marcan un retroceso en las políticas de Derechos Humanos. Algunas de ellas son puntuales y concretas; otras, simbólicas pero no menos significativas.

Uno de los hechos más notorios fue el despido de trabajadoras y trabajadores de áreas estatales vinculadas a los derechos humanos, lo que afectó programas, equipos de investigación y tareas cotidianas de preservación de archivos y acompañamiento a víctimas. Esta medida no solo redujo la capacidad operativa del Estado en estas áreas, sino que envió una señal política sobre la desjerarquización del tema.

A su vez, se registraron definiciones públicas que buscan relativizar las responsabilidades del terrorismo de Estado y recomponer la legitimidad institucional de las Fuerzas Armadas. Entre ellas se destacan declaraciones que reivindican a militares involucrados en graves violaciones a los derechos humanos, intentos de minimizar o poner en duda la gravedad de los delitos cometidos, la reaparición del planteo de los “dos demonios” como marco interpretativo del pasado y homenajes oficiales a soldados que participaron del Operativo Independencia.

Estas acciones configuran un escenario en el que las políticas de memoria pierden centralidad, tanto en el plano institucional como en el narrativo, al cuestionar consensos históricos en materia de derechos humanos y los avances logrados tras décadas de lucha.

En paralelo, se suma la utilización del “Nunca Más” como consigna partidaria y herramienta de confrontación política. Este uso no aparece de manera aislada, sino que es posible porque circula en un clima discursivo promovido desde el propio gobierno, donde se relativizan responsabilidades del terrorismo de Estado. En ese marco, la apropiación del “Nunca Más” aparece como un síntoma de un escenario en el que ciertos límites simbólicos se corren, habilitando el intento por resignificar un lema histórico y despojándolo de su sentido original.

¿Qué desafíos plantea este escenario para la organización?

El cruce entre retrocesos institucionales y disputas discursivas nos interpela directamente como organización y como equipo de voluntariado. En este contexto, surgen algunas preguntas que pueden orientar nuestro trabajo y nuestra reflexión interna:

¿Qué herramientas necesitamos construir para actuar sin reproducir dinámicas de confrontación, pero sí señalando el uso problemático del pasado?

¿De qué manera podemos acompañar a los jóvenes para sostener la transmisión de la memoria en un contexto donde los discursos negacionistas parecen circular con mayor legitimidad?

¿Qué acciones de incidencia territorial podemos impulsar para visibilizar los efectos concretos del desmantelamiento de políticas públicas?

¿Cómo podemos documentar y sistematizar mejor estas tendencias, de modo que ANDHES cuente con insumos para diagnósticos y/o intervenciones?

Con estas preguntas buscamos habilitar una reflexión más amplia sobre los desafíos que tenemos hoy, tanto dentro del equipo de Memoria como en la organización en general, para sostener los consensos construidos en torno a la Memoria, la Verdad y la Justicia. En un contexto donde los sentidos sobre el pasado se discuten públicamente y cambian con rapidez, seguimos pensando cómo reforzar nuestras estrategias, presencia territorial y trabajo conjunto con otros espacios.

La revisión y la formación interna, el seguimiento de lo que ocurre en materia de políticas y discursos y el diálogo con otras instituciones seguirán siendo herramientas importantes para enfrentar este momento. La tarea es seguir construyendo, desde lo cotidiano y lo colectivo, un horizonte donde los derechos humanos mantengan un lugar central y no sean cuestionados con facilidad.

La defensa de las políticas de memoria no es opcional: es parte de la responsabilidad democrática que compartimos como sociedad.


Colaboradora: Regina Payo

Lic. en Ciencias de la Comunicación, Voluntaria del equipo de Memoria, Verdad y Justicia de ANDHES Tucumán

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