Apuntes de una memoria en un contexto negacionista

Escribe Camila Alonso Avellaneda, coordinadora del área de Memoria, Verdad y Justicia en un nuevo aniversario del 24 de marzo

“Esto es una pesadilla”. La frase se repite en encuentros casuales por la calle, asambleas, espacios de trabajo. Angustia, desesperación, desconcierto. ¿Cómo llegamos acá? ¿Pudimos hacer algo más para esquivar al monstruo que nos amenazó hasta que logró aplastarnos? 

La sensación es de aturdimiento. Las preguntas se agolpan, las respuestas suenan insuficientes.” Sonia Tessa, comunicadora social, escribe en el ensayo “cómo afrontar la crueldad organizada” en la Revista Anfibia en el marco del 8M reflexionando sobre la lucha transfeminista.

Y si bien aquí pienso escribir algunos apuntes que reflexionen sobre la memoria, la verdad y la justicia de este 24 de marzo, me encuentro en ese párrafo y con esa sensación, la del aturdimiento, las preguntas no saben cómo formularse y las respuestas además de insuficientes parecen lejanas de llegar, porque no, a veces no creemos que la crueldad pueda ser tanta (hasta que nos demuestran que sí), porque la incertidumbre, como los 45° de sensación térmica nos dejan sin oxígeno.

Tengo 28 años y un recorrido en la militancia de derechos humanos bastante corta en relación a luchas históricas en mi provincia, pero mi memoria data de más años, de aquellos en los que me empecé a preguntar sobre la memoria bajo la sombra de la historia de exilio de mi familia durante el terrorismo de estado.

Convencida de que la memoria no es de nadie, o no es de una sola persona, pero se construye de la propia historia voy a enunciar que tuve la suerte de vivir los últimos “24 de marzo” con cierta sensación de alegría, un agotamiento al final de cada marcha que representaba una especie de fuerza, corazón y abrazo colectivo que levita hasta Plaza Independencia. 

Hoy me encuentro envuelta en reuniones con las organizaciones de derechos humanos donde detrás de cada palabra, hay tristeza, enojo, haciéndonos la pregunta de cómo vamos a dosificar/administrar la resistencia cuando la lista en retroceso de derechos y políticas sociales, culturales, económicas es cada vez más extensa. 

Desde hace algunos años, desde ANDHES (la organización donde coordino el área de Memoria, Verdad y Justicia desde 2019) decidimos encarar el camino de pedagogía de la memoria con el objetivo claro de fortalecer el rol principal del Estado en la implementación de políticas públicas en materia de memoria. Este trabajo comenzó con talleres, capacitaciones y la construcción de un Cuaderno Didáctico Interactivo para trabajar en las aulas tucumanas. Durante el año 2023, capacitamos a docentes de las escuelas experimentales de la UNT y junto a ellos y ellas pudimos concurrir con estudiantes al Juicio de la Megacausa Jefatura 3 (que continúa actualmente). Estas acciones son pequeños logros que celebro y evoco en estos días previos al 24 de Marzo, Salas de audiencias repletas de jóvenes y docentes comprometidos con la memoria, son aciertos en contextos como los que vivíamos el año pasado.

Hoy pienso que los desafíos son enormes, y que necesitamos volver a construir comunidad para redoblar la apuesta. Y en el medio, tenemos la responsabilidad de hacernos todas las preguntas necesarias para reflexionar sobre cómo llegamos hasta aquí: a poner en duda(una vez más) la cifra de los 30 mil compañeras y compañeros detenidos desaparecidos, despidos en la Secretaría de Derechos Humanos o los riesgos por interrumpir las tareas en los sitios de memoria, como la Escuelita de Famaillá, primer centro clandestino de detención de la Argentina; hoy existe una gran preocupación por no renovar los contratos laborales de sus trabajadores, y así todos los etcéteras que encontramos en las políticas de este nuevo gobierno. Los discursos negacionistas no nacieron con Milei-Villaruel, pero sí fue el espacio político que tomó esa corriente ideológica para su plataforma electoral y le dió (como no pasó antes) legitimidad institucional: mucha más fuerza y legitimación colectiva de la que tenía anteriormente.

Cuando el negacionismo es política de estado y se discuten las verdades que supimos construir, junto con compañeros y compañeras de la organización tenemos algunas convicciones. No todo es incertidumbre:

• La disputa sobre la memoria recae finalmente en una construcción de sentido colectivo de nuestro pasado reciente.

Es necesario identificar los espacios/ámbitos donde se construye sentido y en los cuales tienen lugar aquellas disputas. Debemos incidir sobre ellos para desarticular los discursos negacionistas  antes de que éstos echen raíces en esos ámbitos     

La pedagogía de la memoria es una herramienta efectiva y legítima para hacerle frente a los discursos, las escuelas, universidades son espacios de disputa.

Las juventudes y comunidades que ocupan un rol importante en la ciudadanía puedan ser parte de esta construcción y reconstrucción de discursos en la defensa de la memoria, la verdad y la justicia. Es necesario una vinculación con el pasado reciente y las luchas actuales por los derechos humanos para hacer una memoria colectiva.

Vamos a seguir creyendo y luchando por un país más justo, más equitativo. Fortalecer nuestras democracias es la tarea, y nada es posible desde la crueldad -   "la crueldad está de moda en la Argentina. Luce bien, cae bien" (Martin Kohan en Futurock), ni la de militares y genocidas, ni la de una política represiva contra el pueblo. Las banderas de memoria, verdad y justicia nunca se asociaron a la crueldad, porque la lucha la dimos en las calles, en las salas de audiencia de los juicios, celebrando la noticia de un nieto, nieta encontrada, levantando los pañuelos, los blancos, los verdes. No olvidamos ni perdonamos. Vienen tiempos muy difíciles, pero entiendo, ninguna derrota es definitiva y cuando no encontremos las respuestas, ni el aliento: nos refugiaremos en las luchas colectivas, en los abrazos y canciones de cada 24 de marzo.

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