Hablar de derechos humanos en la Argentina de hoy, es un tema de urgencia.
Hablar de derechos humanos en la Argentina de hoy, es un tema de urgencia.
Los resultados de las elecciones legislativas, que ampliaron la representación parlamentaria de La Libertad Avanza, evidencian un avance sostenido de las ideas y discursos de derechas conservadoras y autoritarias, que ponen en riesgo los consensos básicos construidos en torno a la democracia y los derechos conquistados. En este escenario, los discursos negacionistas, el desmantelamiento de políticas públicas, junto al retroceso y deslegitimación del discurso de los derechos humanos, no son hechos aislados: forman parte de un proceso de retroceso que busca reinstalar lógicas de extracción, polarización, exclusión, y disciplinamiento social.
Frente a ese panorama, la realización del IV Encuentro Nacional de Profesores y Profesoras de Derechos Humanos, los días 3 y 4 de octubre en la Universidad Nacional de Jujuy, adquiere un sentido profundamente político. Más que un evento académico, el encuentro se consolida como un espacio de pensamiento crítico y acción colectiva.
Con el nombre “Nora Cortiñas y Andrés Fidalgo”, rindió homenaje a dos figuras que encarnan la lucha por los derechos humanos desde distintos territorios y contextos históricos: Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, símbolo de memoria, justicia y resistencia ante la impunidad, y Andrés Fidalgo, abogado, poeta y defensor incansable de los presos políticos y de los pueblos del norte argentino durante la dictadura. Recordarlos hoy es también un acto de compromiso con su legado: el de no callar frente a la injusticia y sostener la palabra como herramienta de transformación social.
El programa del encuentro propuso mesas de trabajo y paneles que abordaron algunos de los desafíos del presente: la criminalización de la protesta, la enseñanza de los derechos humanos, el acceso a la información pública, la memoria y la justicia, el derecho al territorio y los derechos de los pueblos indígenas. Cada una de estas temáticas dialoga con las tensiones que atraviesan el país: el avance de lógicas extractivas, la persecución de referentes sociales, la pérdida de derechos laborales y la creciente desigualdad social.
En este contexto, el diálogo entre la academia y las organizaciones sociales se vuelve indispensable. Desde ANDHES participamos activamente con los aportes de compañeras de las Líneas de Defensa, y áreas de DESCA y derechos de los pueblos indígenas quienes compartieron experiencias y análisis situados en el noroeste argentino, sobre los desafíos actuales en materia de derechos humanos en la provincia de Jujuy y Tucumán.
Las ponencias recuperaron problemáticas que desde nuestra organización venimos acompañando e investigando: la criminalización de la protesta y la violencia institucional en contextos de defensa de derechos y territorial; las dificultades de acceso a la justicia de mujeres y personas LGBTI+ privadas de libertad; y las consecuencias de un modelo productivo extractivista. En este sentido se presentó un análisis sobre la criminalización de la protesta y la situación de las personas defensoras de derechos humanos a dos años de la reforma constitucional de 2023. Se recordó que “Jujuy sigue siendo un territorio hostil para quienes defienden derechos”, donde el poder judicial, lejos de garantizar derechos, opera muchas veces como una herramienta de disciplinamiento político y social. Se señaló que esta hostilidad tiene consecuencias no solamente legales sino profundamente simbólicas, y que el Estado provincial ha utilizado el derecho de manera selectiva para castigar la protesta, mientras desatiende las denuncias por violencia institucional; materializandose hoy en que la figura de las y los defensores de derechos humanos enfrenta un escenario de persecución y desgaste, donde la judicialización de la protesta busca inhibir la participación social y quebrar los lazos comunitarios que sostienen las luchas territoriales.
Por otro lado, también se propuso pensar el proceso de reforma constitucional jujeño desde la noción de “constitucionalización del extractivismo”, una categoría que surge desde las propias comunidades que resisten al despojo. Planteando que no solo reconfiguró el texto constitucional, sino también el sentido del orden jurídico, incorporando una narrativa de desarrollo y progreso que legitima el avance extractivista sobre los territorios indígenas y campesinos. Frente a esa narrativa hegemónica —que invisibiliza los impactos ambientales, culturales y sociales—, las comunidades sostienen otra forma de pensar el derecho: una narrativa comunitaria que defiende la vida, el territorio y la autodeterminación.
Estos aportes reflejan una convicción que atraviesa el trabajo cotidiano de ANDHES: defender los derechos humanos desde los territorios, con una mirada interseccional que reconozca la relación entre género, clase, interculturalidad y desigualdad estructural. En tiempos en los que se intenta instalar la deslegitimación de los derechos humanos, con ideas como que son un “curro” o que las políticas públicas que fomentan prevención y promoción de derechos es un gasto estatal innecesario, es de urgencia insistir en que los derechos son el piso común sobre el cual se construye cualquier proyecto democrático.
El Encuentro también permitió recuperar una dimensión fundamental: la de la educación en derechos humanos como práctica emancipadora. Frente a la desinformación o una “sobreinformación selectiva” de discursos negacionistas que se están hegemonizando, la naturalización de la violencia y la circulación de discursos de odio; la enseñanza crítica y situada de los derechos humanos se vuelve una herramienta de defensa social. No se trata solo de contenidos curriculares, sino de construir subjetividades democráticas, sensibles a la injusticia y comprometidas con el otro.
En este sentido, los homenajes a Nora Cortiñas y Andrés Fidalgo recordaron que los derechos humanos no son un reclamo ni una lucha pasada ni cerrada, sino una tarea permanente de resistencia y de construcción colectiva. Norita, que dedicó su vida a buscar a su hijo desaparecido y a acompañar cada causa justa, encarna una ética del cuidado y de la memoria. Fidalgo, desde el norte del país, mostró que la lucha por los derechos también se da en los márgenes, en los territorios que históricamente han sido silenciados por el poder central. Ambos nos enseñan que los derechos humanos se defienden con cuerpo, palabra, desde y con el territorio; y también desde la pedagogía de la ternura.
En un tiempo donde se normaliza la exclusión y se relativizan los discursos del odio, sostener estos espacios de encuentro es una forma de resistencia, y una responsabilidad colectiva. Los espacios dónde se dialoguen distintos sectores, como así también con la sociedad, son una apuesta por el diálogo entre generaciones, por la construcción de alianzas y por la persistencia de una memoria activa que nos permita imaginar otros futuros posibles.
Desde ANDHES reafirmamos nuestro compromiso con la promoción y defensa de los derechos humanos, convencidas de que sólo a través de la participación, la organización comunitaria y la educación crítica y emancipadora podremos sostener una democracia como la soñamos.