Empezaron a organizarse a partir de una alerta comunitaria y de manera autoconvocada, cuando comprendieron que lo que estaba en juego no afectaba solo a productores sino a toda la población de Palma Sola. A partir del primer encuentro que realizó el consorcio, vecinas y vecinos comenzaron a convocarse por sus propios medios, principalmente a través del boca en boca y mensajes de WhatsApp. En ese espacio entendieron que la desinformación era una estrategia que los fragmentaba y que, frente a eso, la única forma de defensa posible era la organización colectiva. Así se conformó la Comisión para la protección del medio ambiente en la ciudad de Palma Sola, integrada por personas de distintos barrios y trayectorias, con un objetivo claro: buscar información, exigirla formalmente a las autoridades y socializarla en la comunidad. Comenzaron a presentar notas, solicitar audiencias, relevar documentación y recorrer casa por casa para explicar qué implicaba el proyecto minero, garantizando que cada firma se hiciera con información clara y consentimiento real. En ese proceso, la organización fue creciendo y fortaleciéndose. Cada integrante aportó desde su lugar —salud, contabilidad, trabajo comunitario, producción— y lograron frenar la instalación de la planta de lixiviación en el barrio Agua Negra. Lejos de disolverse, esa experiencia consolidó una forma de participación activa que hoy continúa, frente a un escenario más amplio de avance minero.