La escena en la que las hermanas se lanzan al mar para salvar a la embarcación en la que viajaban es muy poderosa: la natación, que era su pasión, se transforma en un acto literal de supervivencia.
La escena en la que las hermanas se lanzan al mar para salvar a la embarcación en la que viajaban es muy poderosa: la natación, que era su pasión, se transforma en un acto literal de supervivencia.
Aunque la historia se sitúa en Siria y Europa, su resonancia es mundial. En América Latina, y particularmente en Argentina, también acompañamos tránsitos migratorios complejos, marcados por la violencia de las fronteras, la criminalización de la movilidad y la indiferencia del Estado. La escena del cruce marítimo puede leerse como metáfora de un sistema que obliga a las personas a arriesgar la vida para ejercer un derecho básico: buscar protección. Las Nadadoras nos interpela sobre la urgencia de políticas públicas que garanticen y aseguren derechos a las personas migrantes, solicitantes de asilo y refugiadas.
En este sentido, vale recordar que en nuestro país la ley nacional No. 26.165/2006 en su art. 2 establece principios fundamentales: no devolución, prohibición de rechazo en frontera, no discriminación, no sanción por ingreso ilegal, unidad familiar, confidencialidad y el principio pro homine. Estos principios, de carácter declarativo, deben aplicarse tanto a personas reconocidas como refugiadas como a quienes solicitan ese reconocimiento. No obstante, en septiembre de este año el gobierno nacional a través de sus redes sociales anunció la reglamentación de ley 26.165 con este titular “Argentina no será refugio de delincuentes”. Este decreto representa un retroceso en materia de derechos humanos, ya que desplaza el eje de la protección hacia un discurso de seguridad y control.
La película y el contexto argentino dialogan en un punto clave: la tensión entre los derechos de las personas migrantes y la mirada securitaria de los Estados. Las Nadadoras nos recuerdan que detrás de cada desplazamiento hay vidas, sueños y proyectos que merecen protección. Frente a discursos que reducen la migración a sospecha o amenaza, es urgente reafirmar que el refugio es un derecho humano, no una concesión condicionada.
Recomendación realizada por:
Coordinadora de Migrantes y derechos humanos
Ver Artículos